Comparte este post con una amiga

La metamorfosis

Siempre me llamó la atención esas personas que nacen sabiendo cuál es su propósito, casi como si fuera parte de su ADN. Saben desde muy niños, lo que van a hacer el resto de su vida; muchas veces como resultado de un super talento que se deja ver desde muy tempranas edades. Los admiro profundamente.

Ese no ha sido mi caso. En mi caso, mi propósito ha estado en continua “edición” o construcción. Y ha ido mutando a lo largo de mi vida. A veces me pasa que cuando miro para atrás, me doy cuenta que mi yo de hoy no podría volver a hacer las cosas que hizo mi yo de ayer, aunque quisiera; y le doy las gracias a la de ayer por haberme traído hasta aquí.

Desde aquellos días de recién recibida, libre como el viento, trabajando como médica en zonas rurales de Córdoba y el Norte Argentino, preparándome para ir África con Médicos sin Fronteras. O desde la misma Etiopía y esa huella indeleble que dejó en mi ser. Pasando por mi Buenos Aires querida, mi lugar en el mundo, donde viví 12 años. O por India y recorrer gran parte de su territorio sola, en tren; cuando estaba tan perdida de mi misma, que sentía que nunca iba a poder volverme a encontrar, y pasó todo lo contrario. Hasta Arraial D´ajuda (Brasil), esa tierra de palmeras verdes y el mar más azul que vi, junto al que me di cuenta que necesitaba volver a mi tierra natal, Córdoba, para estar cerca de mi familia. Y pude estar con mi papá su último tiempo de vida (siempre voy a dar las gracias por eso); y encontré de nuevo el amor, un amor especial, que puso su semilla 30 años atrás, cuando éramos casi niños.

Estoy convencida, que no necesitamos irnos lejos para encontrarnos, porque el viaje en realidad es hacia adentro. Tan profundo que a veces asusta. Pero en mi caso (como el de muchos), los grandes cambios en los escenarios externos, casi siempre bajo la forma de un largo viaje o cambios en el lugar de residencia, siempre reflejaron enormes transformaciones en mi interior. “Como es afuera es adentro”.

Y cuando miro para atrás, entre tantos recuerdos y las emociones que inevitablemente se despiertan al recordar, ¡no dejo de sorprenderme! De lo intenso del recorrido, del coraje que necesité a veces, de la cantidad de veces que tuvo lugar en mi esa necesidad de desprenderme de todo lo que no fuera parte de mi esencia; lo que yo llamo “la metamorfosis”. Para dar lugar a una nueva versión de mi, más alineada con mi Ser y con mi alma.

El hilo conductor de ese recorrido fue seguir siempre mi intuición y nunca dudé en tomar las decisiones que eso implicaba, por más alocado que pareciera. Sé que desde afuera y para mi entorno, muchas veces no fue fácil de comprender, y valoro todo el apoyo que recibí a pesar de ello. Muchas veces tampoco fue fácil para mi, e implicó irme lejos de mi familia o dejar la comodidad del hogar para buscar respuestas que desde donde estaba, no podía ver. Cada gran decisión que tomé, lo hice con una profunda convicción, y con una confianza inquebrantable que solo encuentro cuando escucho la voz de mi corazón. Cuando eso sucede, tengo la certeza de que es por ahí, y no hay forma de equivocarme. Talvez las cosas salgan como esperaba (casi nunca) y en ese caso será maravilloso. O talvez las cosas salgan de otro modo, y en ese caso será un tremendo aprendizaje. El que mi Ser necesita para transformarse. Y el norte de todos esos procesos, está muy relacionado con mi propósito, con mi vocación, con lo que siento que he venido a hacer y entregar  a este mundo.

Agradezco haber podido encontrar herramientas como las que me dieron el ayurveda y el yoga, para transitar al menos una parte del recorrido con más conciencia, y también darle un sentido diferente a mi forma de ejercer la medicina. Si querés conocer un poco más de mi historia de vida, te invito a leer estos otros dos artículos: Ayurveda, una forma de entender y vivir la vida y La otra dimensión.

Este es solo  un acotado resumen que te comparto por si te ha pasado algo similar, para que sepas que no eres la única. O por si estás en tu momento de metamorfosis, pero te resistes a hacerle un lugar. Me atrevo a decirte por experiencia que resistirte siempre duele mucho más. Animate y confía en el proceso. “Justo cuando la oruga pensaba que era su final, se transformó en mariposa”.

Para seguir leyendo…

POLÍTICA DE COOKIES

Utilizamos cookies propias para permitir una navegación segura y adaptar el contenido del sitio web, así como cookies de terceros para fines analíticos y publicitarios. Puedes aceptar todas las cookies pulsando el botón “Aceptar todo”, rechazar su uso en el botón “Descartar”, o configurarlas clicando en el botón “Preferencias”. También puedes obtener más información consultando nuestra Política de Cookies.