Me encanta corroborar a diario, cómo conceptos y principios tan antiguos y milenarios como los que ofrece el ayurveda, siguen vigentes hoy. ¡Quizás hoy más que nunca! Vivimos en un momento de la historia en el que la información nunca ha estado tan disponible y accesible; y a la vez, por paradójico que pueda parecer, estamos más perdidos que nunca. Porque información no es sinónimo de conocimiento, y mucho menos de sabiduría. Porque la información, cuando está en exceso y sin criterio que la acompañe, paraliza, confunde y abruma.
Por eso este artículo va para vos, que estás buscando respuestas y ya no sabés a quién más “seguir”. Que si dieta paleo o keto; que si gluten si, o gluten no. Que si ayuno intermitente de 12 o 14 o 16 hs. Que si esto o aquello, para todo el mundo y por igual.
Y el mensaje es que no hay una única respuesta allá afuera, la respuesta está en vos. Porque no hay una respuesta que se aplique a todos y en todo momento por igual, más allá de lo que diga este o aquel “influencer” de moda. Mas allá de lo que exprese cualquier experto dueño de cualquier verdad.
Por eso, la invitación es a llevar la mirada hacia adentro; volver a lo simple, a la sabiduría de la Naturaleza. Ella no se equivoca, porque entiende de ciclos y de biodiversidad. Al fin y al cabo, es la fuerza que ha preservado la vida por miles de millones de años. ¡Por supuesto que sabe cómo hacerlo!
Y ese es el aporte del ayurveda: nos enseña a reconectar con los biorritmos, y nos da herramientas para conocernos mejor. Para así entendernos mejor. A través del lenguaje de los elementos y los doshas, aplicado a nuestra persona, podemos comprender qué fuerzas prevalecen en nuestra anatomía, nuestra fisiología y nuestra mente.
Conocer nuestra naturaleza (prakruti) nos permite comprender qué le puedo pedir a mi cuerpo y qué no. Qué es lo que me condiciona a reaccionar de este o aquel modo, y cómo gestionarlo mejor. Qué me estresa y cómo puedo procesar y expresar ese estrés. Qué “tendencias” me constituyen y van a hacer más probable que me desequilibre de esta o aquella manera.
Y es esa comprensión la que encierra las respuestas de lo que nos equilibra o nos desequilibra. Lo que nos hace bien, y lo que nos altera. Y el mensaje es que no es para todos igual. Lo que equilibra a uno, puede desequilibrar a otro. Lo que necesita Juan es diferente de lo que necesita María. ¡Y ahí está la clave! Y de ahí la importancia del autoconocimiento y la conexión con nuestro cuerpo y su sabiduría. Aprender a escucharlo y cuidarlo es indispensable si queremos gozar de salud y plenitud.
Y algo importante a comprender, es que se trata de un proceso dinámico, que va cambiando según la estación del año en que nos encontremos, la etapa de la vida que estemos transitando, los momentos del día o de la noche, el lugar en que vivimos y cómo nos alimentamos, por mencionar algunos factores importantes. De la misma manera que la salud no es algo estático, sino un proceso, con sus vaivenes y fluctuaciones; porque la naturaleza es dinámica, cíclica y cambiante. Y es importante recordar que nosotros somos la naturaleza.
Comprender todo esto, profundamente, puede cambiar tu vida. Mi propósito es transmitir y difundir esta sabiduría, para hacerla accesible a todas las personas que estén buscando conocerse mejor y tomar las riendas de su salud, para vivir una vida más plena. Te invito a seguir profundizando en estos temas y te dejo con esta pregunta: ¿Qué podrías hacer hoy, que no hiciste ayer o el mes pasado, para reconectar con la sabiduría de tu cuerpo? Nadie puede hacerlo por vos.